ESCENARIO POLITICO
- En proceso de construcción, una
correlación de fuerzas políticas en Sonora, para enfrentar, con relativa
posibilidad de triunfo, a la fortaleza electoral que muestra Morena, que
invariablemente del candidato que postule, ganaría en el proceso del 2021, la
gubernatura del estado; solo con una alianza de un eventual bloque opositor, se
podría aspirar a un proyecto competitivo, fuera de un esquema de esta
naturaleza, el morenismo debutaría en el Ejecutivo Sonorense.
José René
Rosas
En el
horizonte de las proyecciones electorales en Sonora, en el marco de las
tendencias que ubican a Morena en la antesala de la gubernatura, al margen del
candidato que postule en el inminente proceso electoral del 2021, solo una gran
alianza entre las fuerzas opositoras podrá contender en condiciones
competitivas contra este partido, que a pesar del saldo negativo en el
ejercicio de gobierno en los municipios, la ausencia de representatividad y
gestoría en la legislatura estatal y el Congreso de la Unión, mantiene la confianza ciudadana para refrendar
las posiciones ganadas en junio del 2018, las principales alcaldías, el
Congreso del Estado, los distritos federales, los escaños del Senado y, la cereza
del pastel, el gobierno de la entidad, a reserva de que esta expectativa
favorable no cambie, en los escasos veinte meses que nos separan de la justa
electoral venidera.
Invariablemente,
las mediciones que sobre el particular se han realizado entre los eventuales
electores sonorenses, confirman el respaldo social a Morena sin que incida en
este apoyo el entorno político de divisiones, desacuerdos y fracturas entre la
base de militantes, las cuestionadas elecciones internas para definir los
nuevos liderazgos tanto en la dirigencia nacional y estatal de Morena, la
fragmentación entre los partidos que integraron la coalición Juntos Haremos
Historia, la incapacidad manifiesta de los legisladores para ejercer el control
del Congreso del Estado, al que arribaron en abrumadora mayoría, la crisis
permanente de ingobernabilidad en municipios emanados de esta franquicia como
Navojoa, Bácum y Guaymas; como botón de muestra, este rosario de agravantes
pudiera ser suficiente para que al menos una buena parte de la población
evidenciara cierto rechazo al organismo partidista, indiscutiblemente no es el
caso, atípico de sobremanera pero inmerso en la realidad, sin un dejo de la
menor duda.
La presencia
de la misma sinergia que obró a favor de una arrolladora corriente morenista en
las elecciones pasadas, aglutinada en torno a la figura del entonces candidato
presidencial Andrés Manuel López Obrador, continúa impulsando a la sociedad
civil que sin necesidad de la membresía morenista, deja entrever una decisión
similar en este sentido, porque si algún factor fue determinante para agigantar
la ola que derivó en el Tsunami de Morena en 2018, es clara la referencia a los
ciudadanos comunes, los sin partido, unidos en una sola dirección, que llegado el momento, definen victorias y
derrotas en los comicios electorales; en virtud de este complejo comportamiento
de masas, se podría apostar que se registra una mayor incertidumbre al interior
de la militancia de Morena, entre los miembros afiliados mientras que hacia
fuera del ámbito partidista el respaldo es incondicional.
Sin embargo,
los vientos propicios que empujan el barco de las simpatías morenistas, son
susceptibles de una variación gradual o repentina, que obligue a un golpe de
timón, en razón de que la política es de tiempos, circunstancias, coyunturas;
en esta tesitura, todos lo que acontece en
las esferas del gobierno federal y de los otros niveles, el activismo de los
partidos, incluidos los sectores empresariales y de la misma sociedad en su
conjunto, tienen necesariamente una connotación política, cualquier sonido leve
o estruendoso, tiene su nivel de resonancia, es escuchado y digerido en las
instancias correspondientes; en otras palabras, similar a un movimiento
telúrico, la aparente estabilidad política en el país y en los estados de la
república, está prendida con alfileres, de un día para otro las cambiantes
circunstancias, pueden derrumbar fortalezas; caso concreto la crisis de
violencia ocurrida en Culiacán, la delgada línea de una alerta roja encendida
en un operativo de combate a la delincuencia, con un final diferente al
registrado, en un abrir y cerrar de ojos, tuviera hoy literalmente en el
cadalso al presidente López Obrador y a
su Gabinete de Seguridad.
Con base en el contexto anterior, en Sonora la
historia aun no está escrita, avanza en la fase de borrador de un texto por
definir, a propósito de una imagen que circula en las redes sociales, donde se
aprecia a tres de los actores que quizá tendrán una participación de relevancia
en el proceso electoral en ciernes, Ernesto "El Borrego" Gándara
Camou, Antonio Astiazarán Gutiérrez y Ricardo Bours Castelo, cada uno inmerso
en un intenso cabildeo y búsqueda del consenso ciudadano para consolidar sus
particulares proyectos que tienen como meta el gobierno estatal, uno priísta,
el otro panista y el tercero por la ruta independiente, si como se dice en el
argot la forma es fondo, la perspectiva de una candidatura unificada comenzó a
rondar entre los círculos políticos y empresariales, tres estructuras con peso
específico en lo individual, darían la talla para enfrentar con oportunidad de
éxito al contrincante, que luce fuerte pero no imbatible si se elige la
estrategia de ataque correcta.
La moneda en
el aire sería y he ahí el detalle, quién de los personajes citados tendría el
aval en una eventual alianza de fuerzas progresistas, no obstante, al respecto
hay un par de consideraciones que deberían, en un hipotético escenario de un
eventual acuerdo, ponerse en la mesa y que sea visible entender el mensaje. Cuando
Ernesto Gándara estaba perfilado para ungirse en el candidato del PRI a la
gubernatura de Sonora, en vísperas del proceso electoral del 2015, el cajemense
Ricardo Bours Castelo apoyó sin cortapisas la entonces virtual candidatura de
"El Borrego", pero al cuarto para las doce, Manlio Fabio Beltrones
maniobró en las alturas del poder y la nominación se inclinó por la actual
gobernadora Claudia Pavlovich Arellano; sin embargo, la legitimidad del pacto
Gándara-Bours quedó manifiesta.
Más
recientemente, Antonio Astiazarán, en las elecciones pasadas fue candidato al
Senado por el PAN, después de cerrada su participación en el PRI, al que
renunció a raíz de ese episodio, en el transcurso de la campaña electoral,
Ricardo y su hermano el ex gobernador del estado Eduardo Bours Castelo,
respaldaron la aspiración del "Toño", para entonces el primero
también había renunciado a su militancia priísta de toda la vida; si la lógica
no miente, ahora tocaría el turno al empresario cajemense Ricardo Bours de
recibir la solidaridad de Astiazarán y Gándara, amén de que El Borrego está en
camino de su tercer intento. Asimismo, los tres están conscientes y esa
percepción se ajusta a la realidad, de que el actual régimen de Claudia
Pavlovich no comparte sus objetivos electorales.
De más está
señalar que el común denominador del trío de aspirantes, además del escollo
estatal, es que tienen el mismo enemigo político, Manlio Fabio Beltrones; en el
pasado, éste envío una fotografía tomando café con el ex gobernador panista
Guillermo Padrés Elías y El Borrego no se resultó el candidato del PRI,
recientemente Beltrones repite el esquema y hace distribuir una imagen
departiendo con el diputado panista Gildardo Real Ramírez y, Gándara, Bours y
Astiazarán, responden con otra imagen en este intercambio fotográfico con sus
respectivas lecturas políticas, empero, como dice el clásico "No es lo
mismo los tres mosqueteros que veinte años después" en alusión a Manlio
Fabio, que como ave de tempestades, intenta extender el beltronismo hacia el
incierto y nefasto "Maximato".
Así las cosas.
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