ESCENARIO POLITICO
- El reversazo "Fast Track"
de la propuesta impositiva del diputado de Morena, Javier Lamarque Cano, rechazada
y derogada en el Senado, para cobrar un nuevo impuesto por el agua de uso
agropecuario, estrategia fallida para convertir en héroe al senador Arturo
Bours Griffit, en el seno de la lucha
entre los grupos morenistas por la candidatura al gobierno estatal; sin
embargo, la maniobra propició riesgos colaterales para el presidente Andrés
Manuel López Obrador, que desde hoy despliega agenda de trabajo en Sonora; ante
los informes de manifestaciones y protestas de productores en la gira del
mandatario, se emitió la orden de destrabar el conflicto y derogar en el Senado
la errática iniciativa.
José René
Rosas
El Congreso
de la Unión es sin duda el centro neurálgico del quehacer político en el país,
por la Cámara de Diputados y el Senado transitan las iniciativas legales que
reforman y modifican el código jurídico que rige la vida de los mexicanos, en
cada una de las actividades productivas y sociales, por ello cualquier tema que
sea aprobado o rechazado en esta soberanía, repercute directamente en el
bienestar y también el perjuicio de los ciudadanos; los diputados presentan
proyectos de ley y estas pasan, cuando menos la gran mayoría, por el filtro de
los senadores que tienen la facultada de decretar las iniciativas, convertirlas
en ley para su observancia y ejecución general.
Sin embargo,
el tema sobre la aplicación de un nuevo gravamen al consumo de agua de uso
agrícola y pecuario, deja entrever en principio aspectos un tanto confusos y a
la vez sorprendentes en este asunto específico, en el que los legisladores de
Morena en la Cámara de Diputados avalan una reserva a la Ley Federal de
Derechos, en el marco de la Ley de Ingresos y el paquete de la Miscelánea
Fiscal del 2020, para que se cobre una
cuota por el uso agrícola y pecuario del recurso hídrico, que antes había estado
exento para los usuarios de estas actividades productivas, adicional a el cobro
establecido que se paga en los distritos de riego, de alrededor de 1,200 pesos,
erogación a la que se sumaría un impuesto más por el derecho de uso del agua
concesionada al gobierno federal.
En apenas
tres días después de aprobada la modificación, una propuesta elaborada y presentada
por el diputado federal del Distrito 06 de Cajeme, Javier Lamarque Cano, escaño
que representa Morena, la cual generó de
inmediato reacciones en contra de parte de los organismos y asociaciones de
productores agrícolas, sobre todo de regiones de vocación agropecuaria, como el
Valle del Yaqui, una protesta airada y de cierto justificada, en virtud de que
la medida impositiva, impactaría gravemente el desarrollo de las actividades en
el campo mexicano, tocado ya por la implementación de una política restrictiva
del gobierno federal, como la reducción en subsidios e incertidumbre en
aspectos básicos de la comercialización de los productos del sector, con una
clara ausencia de precios de garantía definidos.
En términos
generales, no se encuentra una explicación lógica para creer que los
legisladores de Morena que integran la Cámara de Diputados, hayan dejado
avanzar una iniciativa de esta naturaleza sin un mayor debate de fondo, sobre
las implicaciones para el campo en la lógica que la creación de más carga
impositiva, aumenta los costos de producción agregando inestabilidad a un
deteriorado sector, con el argumento de incentivar el uso racional del agua y
que los recursos derivados de las cuotas propuestas, se asignen al
financiamiento de los productores agrícolas y pecuarios; la justificación de
los diputados fue que dicho cobro sería gradual en términos porcentuales,
entrando en vigor a partir de julio del 2020, dando margen a que los usuarios se
adapten a la nueva circunstancia, minimizando el impacto económico en esta área.
Desconcertante
el rigor de la aprobación de la cuota por el uso del agua agrícola en la Cámara
Baja, literalmente vía Fast Track, para que al término de tres días, ante el
descontento generalizado que suscitó la medida, el diputado ponente Javier
Lamarque Cano, quien no puede decirse ignorante de la situación actual del
campo mexicano, públicamente reconozca lo equivocada de la iniciativa que
presentó en San Lázaro; el legislador federal de Morena, es nativo del Valle
del Yaqui, una región cuyas actividades productivas primarias son precisamente
la agricultura y la ganadería. Cuando Lamarque acudió a su distrito para
socializar el contenido del impuesto en cuestión, fue duramente confrontado por
productores locales; traidor fue lo menos que le espetaron en su cara.
La crónica
de lo sucedido después deja una sensación, involuntaria, de que tras este
episodio hay intenciones ahora no muy ocultas, Lamarque no hizo frente a las
manifestaciones de rechazo, no opuso la resistencia y defensa necesaria para un
proyecto legislativo del que fue ponente y por lo tanto su grado de
responsabilidad resulta manifiesta, sin embargo, a las primeras de cambio
admitió el error anunciando que solicitaría al Senado la no aprobación del
tema, que se eliminara el gravamen de la Ley de Ingresos 2020, que el mismo
diputado cajemense y sus homólogos habían impulsado y aprobado.
La sensación
de incredulidad se torna inquietante, cuando este día en el pleno de la Cámara
Alta, los senadores de Morena, en exceso receptivos, también por la ruta más corta,
derogan la propuesta enviada de la Cámara Baja y la regresan para su ajuste
correspondiente dentro del paquete de la Miscelánea Fiscal del 2020, en el
rubro de la Ley de Ingresos, para que la cuota por el uso del agua en el sector
agropecuaria no sea contemplada; cual si fuera un guión establecido de
antemano, los legisladores morenistas coreaban al unísono el rechazo al fallido
incremento, hasta se dieron el tiempo para elaborar e imprimir carteles alusivos
al rechazo. El Senador por Sonora Arturo Bours Griffit, oriundo del municipio
de Cajeme al igual que Lamarque, se atribuía el logro del reversazo, enviando
un mensaje de cordialidad a los productores sobre todo los sonorenses.
Como en
política la ausencia de casualidades es una constante que aplica en casos
concretos como el que nos ocupa, el trasfondo de la pugna entre los grupos de
poder al interior de Morena se asoma en las posturas encontradas de sus
legisladores, podría considerarse que hubo una estrategia armada, al vapor
evidentemente, para sacar raja política a favor precisamente del senador Bours
Griffit, enlistado entre los posibles para representar los colores morenistas
como candidato a gobernador en el 2021, no obstante, los errores de cálculo y
logística, dejaron al desnudo el nivel de la estrategia, un festejo efímero del
senador y la vergüenza de recular del diputado, que aun tiene que asimilar los
costos políticos, porque fue el único perdedor en este "affaire
hidrológico"; en consecuencia, pareciera que el empresario de Ciudad
Obregón y el multi referido Javier Lamarque Cano, hacen equipo para impulsar al
primero hacia el objetivo estatal, la otra senadora, Lilly Téllez, moviéndose
distante, no perdió oportunidad para juzgar de ocurrente la jugada del ex
alcalde de Cajeme.
En las
tareas legislativas que avanzan en el Congreso de la Unión, los acuerdos entre
las fracciones y las bancadas van siempre por delante, si hay oposición se
ejerce el cabildeo, si se tiene garantizado el voto mayoritario, se somete al
pleno para su aprobación y en este caso concreto, si en el Senado los
legisladores de Morena no estaban en sintonía con sus compañeros diputados,
entonces no es entendible el procedimiento aplicado, el mensaje inicial es de
desorden, falta de sincronización, comunicación y coincidencia en los objetivos
políticos; la reversa al nuevo impuesto del agua impacta directamente en Javier
Lamarque, pero se extiende por obvias razones a la totalidad del grupo parlamentario
de Morena en San Lázaro, colateralmente, el endoso de la pifia alcanza al
presidente Andrés Manuel López Obrador, que curiosamente, está este fin de
semana en Sonora y, también coincidentemente, el eventual conflicto con los
productores agropecuarios se desactiva, evitando así desaguisados al
mandatario, ante el rumor de protestas y manifestaciones que comenzaban a
armarse en el sur de la entidad, en los emblemáticos valles del Yaqui y Mayo,
cuna del empuje agropecuario del país.
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